sábado, 12 de julio de 2014

La imagen del mes: Barcos en Madrid


Manuel de Castro, Galera ordinaria de 24 bancos, finales del siglo XVII. Museo Naval, Madrid. Fotografía de Los Laberintos del Arte

Amarrado al duro banco
de una galera turquesca,
ambas manos en el remo
y ambos ojos en la tierra, 
un forzado de Dragut 
en la playa de Marbella
se quejaba al ronco son 
del remo y de la cadena

Luis de Gongora

Sí, somos conscientes de que Madrid no tiene mar y que en aguas nunca ha sido muy afortunada (ahí tenemos al Manzanares, río denostadísimo en nuestra literatura). Sin embargo, hemos escogido como imagen del mes un barco o, para ser precisos, una galera, un tipo de embarcación militar cuyos orígenes se remontan a la Edad Media (en concreto a Bizancio) y que suele asociarse a los combates navales del siglo XVI, como la batalla de Lepanto (1571).

Luis de Góngora inmortalizó con palabras la galera, que en su romance se convertía en prisión flotante de un infeliz español que llevaba diez años cautivo de los turcos, en cuyas embarcaciones había de ejercer como remero. Y a galeras también iban, según la justicia que por entonces se estilaba en España, aquellos delincuentes reincidentes que pasaban a denominarse galeotes y debían remar en las galeras del rey. En teoría, esta pena sólo podía tener una duración máxima de diez años y mínima de dos, pues se consideraba que un buen remero tardaba en torno a un año en formarse y no olvidemos que, en último término, la pena de galeras tenía como finalidad proveer de remeros a las embarcaciones en un contexto histórico en el que los enfrentamientos marítimos eran habituales. 

Maqueta de una galera menor o galeota. Maqueta del Museo Naval de Madrid

Este "retrato" de galera que os traemos hoy suele relacionarse con el pintor portugués Manuel de Castro (fallecido en 1712), discípulo de Claudio Coello y pintor de cámara de Carlos II. Representa a una galera ordinaria de 24 bancos de finales del siglo XVII que lleva sus velas recogidas, ya que su capacidad de movimiento residía fundamentalmente en los remeros y no siempre las velas eran necesarias.


Si por algo destacan la galeras es por su esmerada decoración. Para comprobarlo, basta con observar la réplica de la Real, galera construida en Barcelona y decorada en Sevilla que tomó parte en la batalla de Lepanto en 1571 y cuya popa estaba ricamente engalanada con esculturas y relieves de diferentes temáticas. Su programa iconográfico fue encargado al erudito del siglo XVI Juan de Mal Lara, quien escribió un texto describiendo la que es considerada la galera más grande de su época (1). En el caso de nuestra galera de Manuel de Castro, podéis ampliar la imagen del inicio de esta entrada para comprobar que la decoración, madera dorada, se concentra también en la zona de popa, aunque no llega a los niveles de suntuosidad de la galera Real. 

Réplica de la Real, galera capitana de don Juan de Austria en la batalla de Lepanto. Réplica en el Museo Marítimo de Barcelona

¿Y por qué escoger una galera como imagen del mes? ¿Qué relación guarda con Madrid? Es sencillo: esta pintura, de tema tan ajeno a nuestras tierras del centro de la Península, se conserva en un museo que también pudiera parecer fuera de lugar en la capital de España. Se trata del Museo Naval, situado en pleno Paseo del Prado pero tal vez condenado a pasar desapercibido por encontrarse junto a dos gigantes, el Prado y el Thyssen. A ello hemos de sumar su discreta fachada y que normalmente asociamos de manera automática la palabra "museo" a "pintura", olvidando que existen museos dedicados a la ciencia, el vidrio o incluso los naipes.

Exterior del Museo Naval, situado en el Paseo del Prado número 5

Los orígenes del Museo Naval se remontan a 1792 momento, bajo la influencia de la Ilustración, en que desde la Secretaría de Estado de la Marina se propuso la creación de un Museo Naval en la provincia de Cádiz. Sin embargo, los acontecimientos inmediatamente posteriores retrasaron la creación del museo hasta que éste fue inaugurado finalmente en Madrid en 1843. Sin embargo, no se instalaría en su sede actual, el Cuartel General de la Armada, hasta 1932.

Su extensa colección (10.700 piezas en total) incluye además de retratos de marinos y reyes, mapas, maquetas de embarcaciones, armamento, objetos de navegación, uniformes... Todo ello dispuesto de manera cronológica pero de modo peculiar: no nos encontramos ante el actual y típico museo en el que las obras están aisladas en una pared, sino con un museo a la moda del XIX cuyas salas aparecen repletas de piezas muy diferentes en cuanto a tipología, función y material. 

Una de las salas del Museo Naval. Fotografía de Los Laberintos del Arte

En cuanto al origen de todas estas piezas, éstas proceden de la Casa Real, la Secretaría de la Marina o el Real Observatorio de la Marina de San Fernando. A ello hay que sumar donaciones y adquisiciones más o menos recientes.

Pero volvamos a nuestros barcos y pinturas. Entre esas 10.700 piezas comprobamos el protagonismo que tiene la pintura, cuyo estudio llevó a cabo Fernando González Canales en los ocho tomos que comprenden su Catálogo de pinturas del Museo Naval

Este catálogo se encuentra organizado temáticamente y da buena cuenta de la variedad de obras pictóricas que atesora el Museo: los ya mencionados retratos, pintura de historia marítimas, batallas, marinas e incluso bodegones y pintura religiosa. Sí es cierto que se observa una mayor incidencia en obra fecha en el siglo XVIII (retratos) y en el XIX (pintura marítima).

Portada de uno de los volúmenes del Catálogo

¿Y a qué género pertenecería nuestra imagen del mes? Al denominado "retrato de buque", obra en la que el barco se erige como protagonista absoluto, deteniéndose el artista en los detalles de la embarcación y prestando atención a la precisión técnica y el dibujo, mientras que el mar es un elemento secundario (el mar sí tendrá un papel predominante en las denominadas "marinas").

A lo largo de las salas del Museo Naval encontramos muchos "retratos de buques" de los que nos gustaría destacar, para concluir, una serie de acuarelas del siglo XVIII que tuvieron gran éxito y amplia difusión y constituyen una de las joyas del Museo Naval, aunque muchas veces pasen inadvertidas al espectador (como tantas otras joyas que atesora este museo). 

Otra de las salas del Museo Naval con tres de las acuarelas de Alejo Berlinguero. Fotografía de Los Laberintos del Arte

Se trata de una serie de acuarelas realizada por el pintor gaditano Alejo Berlinguero de la Marca (1746-1805), que además de artista será marino y cartógrafo participará en diversas expediciones que le llevarán hasta la Patagonia o el Río de la Plata. Asimismo, será maestro de dibujo de la Escuela de Pilotos, entre otros cargos que ostentará a lo largo de su vida. 

Una de las acuarelas de Berlinguero tal como puede contemplarse en el Museo Naval

Este perfil de artista-marino será muy habitual entre los pintores de barcos, lo que les permitirá, obviamente, dotar a sus obras de gran exactitud en la descripción de los elementos de la embarcación. En el caso de Berlinguero, además, el atractivo de sus dibujos reside en su colorido y elegancia. 

Hasta aquí nuestra imagen del mes que ha supuesto, partiendo de una galera, un breve recorrido por el Museo Naval para acabar de nuevo en un barco que cruzará los mares. Después de todo, el barco es una de las imágenes más queridas por los literatos y artistas para aludir al correr de la vida y sus vaivenes hasta llegar a buen puerto.

#EnrólatealNaval

Notas
(1) Para aquellos que quieran saber más sobre este programa iconográfico y su interpretación, recomendamos el siguiente artículo que podéis consultar pinchando aquí (CARANDE, R.: "<<Donde las enzinas hablavan>>. Símbolo e ideología en la Galera Real de Lepanto", Acta/Artis. Estudis d’Art Modern, 1 (2013), págs. 15-27).