martes, 18 de marzo de 2014

El viajero del mes: Amado Nervo y el río Manzanares

No es un secreto que el río Manzanares, nacido en la Sierra de Guadarrama y afluente del Jarama, ha sido denostado por propios y extraños durante siglos. La razón principal de la burla siempre ha sido su escaso caudal. Así, por ejemplo, Quevedo acuñó la frase que probablemente más famosa se ha hecho en relación al río: "Manzanares, Manzanares, arroyo aprendiz de río" (1).

Otros muchos literatos del Siglo de Oro (2) agudizaron también su ingenio para no quedarse a la zaga en la tarea de hacer burla y escarnio de un río que, si bien no es comparable a un Guadalquivir o un Tajo (tan cantados y adulados por sus correspondientes poetas), ha dado su servicio a los madrileños hasta hace apenas cien años. Nos referimos, entre otros oficios, a las lavanderas, mujeres jóvenes y no tan jóvenes que encontraban en esta ingrata tarea la única manera de ganarse la vida en una época (insistimos que vergonzosamente reciente) en que el papel asignado a la mujer dentro de la sociedad era muy reducido.
 
Martín Rico, Lavanderas de La Varenne (Francia), 1864-1865. Museo Nacional del Prado. Imagen prototípica de lavanderas. Sin embargo, no se trata de las orillas del Manzanares, sino del río Sena, aunque la imagen es extrapolable a las afueras de cualquier ciudad Europea.

Así, no faltan los testimonios gráficos y literarios de esta omnipresencia de las lavanderas en las lindes del río. Por ejemplo, Lope comenta:
 
"Mísero Manzanares, ¿no te basta
 todo el año sufrir tanta fregona,
tanto lacayo y paje de valona,
 tanto ropa servil tanta canasta?"

Y en cuanto a la pintura, el paisajista Aureliano de Beruete (1845-1912), que tantas veces retratara al humilde río, incluyó en una de sus vistas a las lavanderas. 

Aureliano de Beruete, Lavaderos del Manzanares, 1904. Museo Sorolla, Madrid.

Pero dejemos un instante al Manzanares y su humilde curso para centrarnos en Amado Nervo, pseudónimo de Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz, poeta mexicano nacido en 1870 y fallecido en Uruguay en 1919.
 
Retrato de Amado Nervo

Amado Nervo ingresó en 1905 como secretario de la embajada de México en Madrid, volviendo a su país de origen en 1918. De su estancia aquí nos interesan algunos de sus textos en los que plasma sus impresiones acerca de Madrid y, más concretamente, las breves alusiones a nuestro coprotagonista del día de hoy, el río Manzanares. Aquellos que sintáis curiosidad por conocer de primera mano los años madrileños del poeta podéis leer su obra Los balcones o el librito de José Simón Díaz que fue publicado en Tepic (México), el lugar de origen del literato (3).
 
Edición de 1920 de Los balcones. Cuenta con pequeñas ilustraciones de algunos lugares de Madrid.

Precisamente en Los balcones, una novela publicada en 1920 cuyo protagonista, Luis, es claro alter ego del escritor, encontramos diferentes descripciones e impresiones del Madrid que Nervo conoció durante sus años de estancia aquí. Luis vive en un piso con tres balcones: uno está lleno de macetas, pero otro permanece vacío: es el "balcón por excelencia" porque allí se encuentra colocado un "anteojo astrónomico" y a través de él observa los cielos... pero también "mira hacia abajo, hacia la amplia y risueña calle, bordada de acacias y de álamos en la parte que ve al poniente".

Este segundo balcón dará pie a numerosas descripciones de las vistas que desde él se ofrecen a Luis, vistas que comprenden el Palacio Real, el Campo del Moro o, incluso, muy a lo lejos, El Escorial.

La Plaza de Oriente en 1906. Hauser y Menet.

"Luis ve desde su balcón lo que se ve desde el Palacio Real. Tiene este visual privilegio (...) Frente por frente del balcón, entre el Palacio Real y la montaña del Príncipe Pío, donde Murat fusiló ha más de un siglo a tantos infelices, trágicamente eternizados en el célebre cuadro de Goya, se extiende hasta las primeras derivaciones del Guadarrama el campo ondulante, amarillento, bien arbolado, con depresiones mullidas y risueñas, que al pie del alcázar es un parque delicioso, llamado el Campo del Moro que un poco más allá forma la vasta y apacible "Casa de Campo" (...) En realidad, Luis vive en un palacio y mira uno de los paisajes más bellos del reino. Casi diríamos que posee lo mejor de un reinado" (4).

Y es que Amado Nervo residió en el número 15 de la calle Bailén, de manera que el Palacio Real era, en cierto modo, "una prolongación de su morada", como él mismo dice. Curiosa casualidad, pues en nuestra anterior entrada precisamente os hablábamos de un edificio existente junto enfrente de la vivienda de Nervo que ya no se conserva pero que el escritor mexicano sí conoció.

El número 15 de la calle Bailén en la actualidad (fuente: Google Maps)

 Muchas de sus pequeñas reseñas de la vida y costumbres de Madrid aparecerán en publicaciones periódicas del momento y en su correspondencia privada. Así, por ejemplo, en relación con el Teatro Real (que cerraría sus puertas en 1925 debido a problemas estructurales que amenazaban la estabilidad del edificio) indica:

"El teatro Real es de suyo hermoso y elegante (...) El palco real es muy bello, pero acaso demasiado grande. El Real es uno de los más elegantes teatros de Europa (...) En él todo es histórico. Las óperas, los palcos y algunas veces las mamás que los ocupan" (5).


Alois Beer, El Teatro Real, 1906.

Y sobre el veraneo de los madrileños (pudientes, por supuesto) indica:

"Hay gente que veranea en El Pardo y en El Escorial, pero eso no viste. El grado ínfimo del veraneo decoroso es Cercedilla, adonde va mucha gente modesta. Después de Cercedilla está en categoría... Pozuelo, donde "se caen las pajarillas", o en otros términos se asa uno a fuego lento, como en Madrid" (6)

Placa dedicada a Amado Nervo en el número 15 de la calle Bailén en Madrid

En cuanto a la sociedad madrileña, dos aspectos llamaron poderosamente la atención de Nervo: la gran cantidad de "desocupados" y de "ciegos":

"Hay un importante grupo social: el de los que no hacen nada, tan abundante en Madrid como en México, y un poco más en Madrid, que está de plácemes (...) se va al café a darse el barato de una taza (...) a hablar de las probabilidades de duración que tiene el actual Ministerio".

"La proporción de los ciegos es enorme. No he visto país donde haya tantos ciegos. Unos tocan la guitarra, otros el violín, éstos el triángulo, aquellos la mandolina, los de más allá cantan" (7).

Pero retomemos el Manzanares, punto de partida de esta entrada. Sobre él hace un pequeño apunte Amado Nervo en uno de esos escritos procedentes de reseñas para la prensa y de su correspondencia privada. En concreto, se trata de un texto de 1906 titulado Desde mis balcones. El calumniado Manzanares.

Lacoste, Palacio Real visto desde el Puente de Segovia con las lavanderas en primer plano. 1906.

Tomando una vez más como atalaya  sus balcones, Nervo nos indica que observa un "hilo turbio, un rizo de agua del Manzanares, que culebrea apacible, bordeando médanos rojizos" para a continuación confesarnos una rutina suya:

"Muchas veces, cuando la mañana es fresca por la misericordia de alguna nube o de algún soplo de viento, gusto de recorrer las márgenes del río, llevando, mejor que el asendereado libro debajo del brazo, mi pensamiento y mi divagación conmigo, que es más cómodo". (8)

Nervo se hace eco de muchas de esas calumnias que durante siglos se han ido acumulando y sedimentando en las orillas del río. Así, cita a Quevedo o Lope como los más destacados exponentes de esa moda ridiculizadora del humilde río. Pero, como indica, "no faltan espíritus justos que vuelven por la honra de la deprimida corriente", entre ellos Emilia  Pardo Bazán, a quien Nervo admiraba.


Francisco de Goya, Baile a orillas del Manzanares, 1776-77. Museo del Prado, Madrid.

La mención de Pardo Bazán le servirá para enlazar con Francisco de Goya, a quien cita con frecuencia en sus escritos. En esta ocasión, dice de él:

"Un señor llamado don Francisco de Goya y Lucientes, que tantas veces vagó por esas riberas, que las pintó tantas veces, que sorprendió en ellas tantas de esas escenas populares que él amaba"

De inmediato nos vienen a la memoria escenas procedentes de sus cartones para tapiz que tienen al río como coprotagonista. Y no olvidemos que su Quinta del Sordo, en cuyas paredes se encontraban las llamadas Pinturas Negras, se encontraba precisamente en las inmediaciones del Manzanares.

Nervo enlaza ágilmente Goya con Velázquez, otro habitual de sus escritos y alabanzas ("pintor máximo del mundo" le llama), indicando que el genio sevillano pintó un lienzo con una Fuente de Aranjuez que se conserva en el Museo del Prado. Sin embargo, prosigue Nervo, la fuente real se encuentra actualmente en "una rotonda del Campo del Moro".

Velázquez y taller, Fuente de los Tritones en el Jardín de la Isla en Aranjuez. 1657. Museo Nacional del Prado.
Nervo, haciendo gala una vez más de un considerable conocimiento de la pintura española, se debe de estar refiriendo a un lienzo de grandes dimensiones atribuido al taller de Velázquez y fechado en 1657 que representa la Fuente de los Tritones en el Jardín de la Isla en Aranjuez.

En cuanto a la fuente, efectivamente se encuentra en el Campo del Moro, lamentablemente en una zona, frente al palacio, de acceso restringido (9). Realizada en Italia en la primera mitad del siglo XVII, de Aranjuez fue trasladada al Campo del Moro en 1845 y allí permanece desde entonces.

La Fuente de los Tritones en la actualidad

El poeta, tras crear así su particular Parnaso del Manzanares con Lope, Quevedo, Velázquez y Goya, concluye su breve reseña diciendo: "las márgenes del Manzanares humilde y calumniado, que arrulla su recuerdo y que sigue mansa y armoniosamente rizando sus cristales donde pone filetes de oro este divino sol".

 
Bibliografía y webgrafía:

ESTEBAN, J: Viajeros hispanoamericanos en Madrid. Madrid: Sílex, 2004
LÓPEZ SERRANO, A: "El río Manzanares en los escritores del Siglo de Oro". Ponencia en el curso Patrimonio Arqueológico y Artístico en la Comunidad de Madrid. Madrid, 20 de mayo de 2001.
NERVO, A.: Los balcones. Madrid: Biblioteca Nueva, 1920
SIMÓN DÍAZ, J.: Amado Nervo y Madrid. Tepic: Ayuntamiento de Tepic, 1995
TASIS, J. de: Antología poética. Madrid: Editora Nacional. 1944

http://pasionpormadrid.blogspot.com.es/2010/04/la-fuente-de-los-tritones.html
http://pasionpormadrid.blogspot.com.es/2011/07/el-rio-manzanares-segun-aureliano-de.HTML
http://pasionpormadrid.blogspot.com.es/2013/04/los-oficios-del-manzanares.html

NOTAS
(1) En verdad el poema completo no tiene desperdicio. Os recomendamos encarecidamente su lectura y aprovechamos para citar aquí otros de sus ácidos (pero en el fondo acertados) versos: "Muy ético de corriente,/ muy angosto y muy roído,/ con dos charcos por muletas,/ en pie se levantó y dijo:/ "Tiéneme del Sol la llama/ tan chupado y tan sorbido,/ que se me mueren de sed/ las ranas y los mosquitos". Podéis leer el poema completo aquí.

(2) La lista de autores (especialmente poetas) que han aludido al Manzanares en sus obras es larga. Nosotros sólo citaremos aquí dos ejemplos más. El conde de Villamediana, Juan de Tasis (1582-1622) en A la vista de Madrid: "Este corriente cristal/ no tendrá nombre de río,/ hasta que del llanto mío/ enriquezca su caudal" (TASIS, Juan de: Antología poética. Madrid: Editora Nacional. 1944, p.223); Tirso de Molina (1579-1648) en A las niñas de Alcorcón: "Título de venerable/ merecéis, aunque pequeño,/ pues no es bien, viéndoos tan calvo,/ que os perdamos el respeto./ Como Alcalá y Salamanca/tenéis, y no sois colegio,/ vacaciones en verano/ y curso sólo en invierno" (texto completo aquí). Por último, Luis Vélez de Guevara (1579-1644) en El diablo cojuelo: "el río de Manzanares, que se llama río porque se ríe de los que van a bañarse en él, no teniendo agua; que solamente tiene regada la arena, y pasa el verano de noche, como río navarrisco, siendo el más merendado y cenado de cuantos ríos hay en el mundo".

(3) Por desgracia es escasa la difusión (más allá de la poesía) que la obra de Nervo ha tenido dentro de nuestras fronteras, a pesar de que el literato permaneciera varios años residiendo en España. Para el público español constituye un buen primer acercamiento a su obra la siguiente web: http://www.amadonervo.net/

(4) NERVO, A.: Los balcones. Madrid: Biblioteca Nueva, 1920. p. 28 y ss.

(5) SIMÓN DÍAZ, J.: Amado Nervo y Madrid. Tepic: Ayuntamiento de Tepic, 1995, p. 40.

(6) Ibídem, p. 41.

(7) Ibídem, pp. 42-43.

(8) Esta cita y las siguientes han sido tomadas de la antología de textos ESTEBAN, J: Viajeros hispanoamericanos en Madrid. Madrid: Sílex, 2004, pp.100-103.

(9) Recomendamos la reseña realizada por Guerra Esetena sobre esta fuente, en la que el autor aporta interesante material gráfico sobre la misma: http://pasionpormadrid.blogspot.com.es/2010/04/la-fuente-de-los-tritones.html

4 comentarios:

  1. Un país con muchos ciegos. No le falta razón: no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y aquí de esos siempre hemos tenido muchos.
    Qué demonios haría el personaje de Amado Nervo con el catalejo astronómico. Seguro que ver a las aguerridas mozas pasear, como el cotilla del Magistral en La Regenta.
    Y por último el Manzanares. A los que de pequeños vinimos a vivir a Madrid siempre nos llamaron la atención tres cosas. Una, el carácter acogedor de los madrileños. No te sentías de fuera. Dos: el carácter tan pueblerino de algunas fiestas típicas, más propias de una localidad pequeña que de la capital del reino. Tres: el arroyo con pretensiones de río que divide la ciudad pero no a sus habitantes.
    En resumen: una buena entrada.
    Saludos.

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  2. Un artículo magnífico, que nos traslada, por medio del hilo conductor de Nervo, desde las vistas regias que dominan los habitantes de la cornisa palaciega a los mundos plebeyos de lavanderas y demás personajes asociados a las riberas del Manzanares. Felicidades, porque ha sido como leer una pequeña novela, que te lleva de un lado a otro, y que, después de realizar varios giros, te reconduce magistralmente al camino del arranque, que no es otro que nuestro Manzanares, convertido en el eje vertebrador de todos los madriles. En todo este viaje me he sentido la mar de a gusto. Muchas gracias.

    (Gracias también por las referencias a "Pasión por Madrid"). Abrazos, Jesús

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  3. ¡Muchas gracias Jesús! Y gracias a ti por tu blog, que ha hecho posible "ver" la actual fuente de los Tritones. Nosotros te aportamos un pequeño granito de arena, la obra de Velázquez como testimonio gráfico de la época. Aunque en realidad el mérito es de Nervo, que conocía la obra. Yo he de confesar que esta obra nunca la había visto en el Prado expuesta y la he conocido por esta referencia cruzada. Parece que ahora sí está en sus salas del edificio de Villanueva y habrá que ir a verla.

    Un saludo,

    Alegra

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  4. Muchas gracias por tu comentario, Cayetano. Compruebo una vez más que el modesto caudal del Manzanares no pasa desapercibido. En cuanto a Amado Nervo, curiosa, cuando menos, su afición a observar desde los balcones.

    Un saludo,

    Alegra

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